Desde el otro lado, con Julian Assange

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Julian Assange dialoga vía Skype con jóvenes blogueros cubanos.

Cuando me lo dijeron no podía creerlo. A pesar de las expectativas inmediatas, la reacción de no pocos fue escéptica. Confieso que a causa del júbilo alteré la promesa de resguardar ese día el insólito suceso. Entonces alguien cercano detrás del teléfono me contestó con exacerbado pasmo: ¡No puede ser! ¿Julian Assange en Cuba? Breves minutos de sana risa invadieron la conversación. Ciertamente era absurdo pensar que el fundador del portal Wikileaks –el mismo que propinara al poder estadounidense el mayor golpe que ha recibido desde el 11 de septiembre de 2001- estuviera confinado en la isla caribeña, teniendo en cuenta su “encadenamiento” de más de un año en la embajada ecuatoriana en Londres.

Para suerte nuestra, y a merced de la era digital, sí era posible que el verdadero Julian Assange desafiara fronteras –vía Skype, aclaro- para compartir sus experiencias con acuciosos jóvenes, ávidos de información y ciberactivistas del periodismo joven en Cuba. Sin dudas, un reto tecnológico.

Pero allí estaba Julian Assange, lejos del ensamblaje mediático internacional, el odio de la Casa Blanca y la cruzada ilegal del Pentágono. Detrás de la gran pantalla el australiano de carne y hueso, portando en el extremo superior de su camisa un lazo amarillo, símbolo de la solidaridad con la causa de Los Cinco, y catalizador de asombro y múltiples ovaciones en aquel hacinado auditorio.

Pedro Miguel Arce, editorialista del diario mexicano La Jornada, explicó a nuestro invitado especial el motivo de la inaudita reunión virtual, a propósito de la sesión final del taller interactivo de jóvenes blogueros de varias regiones del país, en el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”.

“Por un momento podemos romper este bloqueo” –fueron las primeras palabras de Assange- “así que este momento que estamos teniendo juntos refleja algo que está pasando en el mundo, porque permite romper un bloqueo inmoral como el que está sufriendo Cuba y es algo que Wikileaks está tratando de superar”.

Ante la “proximidad” con uno de los hombres más perseguidos históricamente por Washington, la primera pregunta no se haría esperar. Fue exactamente como si respondiera cada una de las preocupaciones de la clase.

Resultó movilizador escuchar del propio Assange su identificación con los cinco cubanos, víctimas de la manipulación mediática, cuyos derechos son escamoteados por el gobierno de los Estados Unidos, y la similitud de su organización con Cuba, ante el oprobioso bloqueo que resiste este pueblo desde hace más de medio siglo.

Antes de la videoconferencia muchos nos cuestionábamos qué representaba Wikileaks en la vida de Julian Assange, y si en realidad estaba consciente de la ráfaga de efectos que le depararía poner en tela de juicio a Estados Unidos, como el principal responsable del espionaje mundial, asesinatos de civiles, e incluso la muerte de soldados propios. Nos preguntamos entonces.

¿Cuál sería el futuro de Wikileaks sin Assange? A pesar del acoso judicial y de las amenazas de muerte, sin reparos aseguró que tiene plena confianza en que Wikileaks continuará revelando los puntos álgidos y las podredumbres del poder político y económico internacional, aún en las peores condiciones.

A todos sorprende que Wikileaks sea una organización no lucrativa, en lo cual reside paradójicamente su independencia y principal fortaleza, sin otro mecanismo de defensa que unas computadoras portátiles al servicio de la verdad.

El mismo poder que hoy exige su entrega trinacional para ser procesado por atentar contra la “seguridad” de Estados Unidos, ha condenado al soldado Bradley Manning, como parte de una mascarada judicial que ya se había decidido de antemano, por entregar documentos gubernamentales a Wikileaks.

Creemos que no hay espacio para tantas injusticias juntas en pro de demonizar a un solo hombre, que afronta además, una incoherente extradición por supuestas agresiones sexuales en Suecia. No podemos alejarnos de una realidad que Wikileaks nos devela para proteger la historia universal de los pueblos, amenazados por la bitácora de las “democracias liberales” que hacen convulsionar al mundo, mientras la avalancha de poderes pesa en los cuerpos de millones de inocentes.

Más allá de perímetros y límites territoriales, por esta vez sentimos a Assange cerca de Cuba. Quizás para muchos de los presentes haya sido uno de los momentos más ilustrativos de su carrera profesional.Hoy no hay razón para dudarlo.

Gracias Julian Assange, por estar presente entre los jóvenes periodistas cubanos, más allá de un enlace vía Internet. Las gracias Pedro Miguel Arce, por facilitar el memorable encuentro.

About lisabellsanchez

Joven periodista camagüeyana que comparte el oficio con las bondades del papel en blanco. Adicta al cine y melómana de espíritu. Aficionada a la creación y a la gracia de la literatura. Peregrina por condición y por límites del kilometraje.
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